-¿Estamos llegando ya?- se las arregló al fin Alicia para preguntar. -¿Llegando ya?- repitió la Reina-. ¡Pero si ya lo hemos dejado atrás hace más de diez minutos! ¡Más rápido!- y continuaron corriendo durante algún rato más, en silencio y a tal velocidad que el aire le silbaba a Alicia en los oídos y parecía querer arrancarle todos los pelos de la cabeza, o así al menos le pareció a Alicia. -¡Ahora, ahora! -gritó la Reina-. ¡Más rápido, más rápido! Y fueron tan rápido que al final parecía como si estuviesen deslizándose por los aires, sin apenas tocar el suelo con los pies; hasta que de pronto, cuando Alicia ya creía que no iba a poder más, pararon y se encontró sentada en el suelo, mareada y casi sin poder respirar. La Reina la apoyó contra el tronco de un árbol y le dijo amablemente: -Ahora puedes descansar un poco. Alicia miró alrededor suyo con gran sorpresa. -Pero ¿cómo? ¡Si parece que hemos estado bajo este árbol todo el tiempo! ¡Todo está igual que antes! -¡Pues claro que sí! -convino la Reina-. Y ¿cómo si no? -Bueno, lo que es en mi país -aclaró Alicia, jadeando aún bastante – cuando se corre tan rápido como lo hemos estado haciendo y durante algún tiempo, se suele llegar a alguna otra parte… -¡Un país bastante lento! -replicó la Reina- Lo que es aquí, como ves, hace falta correr todo cuanto una pueda para permanecer en el mismo sitio. “Alicia a través del espejo” Lewis Carroll
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El ser humano es demasiado lento para el ser humano
«Algo tiene que cambiar para que todo siga igual» (-Lampedusa)