Navegando por la red me encontré el siguiente texto, típico copia-pega de Facebook, que aludía a una grieta en el actual uso de términos inclusivos. Si bien la reflexión en sí misma manifiesta un par de detalles curiosos, el enfoque utilizado se basa en una falacia argumentativa según la cual se deslegitima la utilidad del lenguaje inclusivo aludiendo a la ligereza que se desprende de ignorar otras formas de comunicación que podrían ser igualmente inclusivas como sucede en el caso del lenguaje de signos o del Braille. Reitero que me resultó francamente interesante e ingenioso este punto de vista ya que no me lo había planteado hasta el momento a pesar de haberme formado en acción social. Sin embargo, tal como resumo en el título: «Lo cortés no quita lo valiente».
No me extiendo más y agrego a continuación el enunciado de la discordia que, por cierto, se está convirtiendo en una tónica habitual dentro del storytelling que pretende derribar los avances sociales que tanto coste implican para la ciudadanía. Vamos allá (está cortado y pegado. Además de falacia, no voy a corregirle el texto…):
- La dueña del restaurante afirma que su restaurante es inclusivo porque emplea lenguaje inclusivo pero…
- …no hace uso de otros lenguajes que podrían denominarse inclusivos como Braille o signos.
La conclusión a la que llega el narrador omnisciente que es representado por el cliente del restaurante basándose en que utilizan lenguaje inclusivo de género pero no de Braille y de signos o cualquiera del resto de métodos igualitarios de comunicación que puedan existir en nuestra sociedad es que:
«…lamento contarte que no son un local inclusivo, son un local progre de cotillón…».
Es decir, que este storytelling lo que está queriéndonos explicar veladamente es que si no tienes todas las opciones de inclusión social que se puedan permitir en la sociedad es estúpido que se trate de utilizar una opción más inclusiva que la de la mayoría de establecimientos similares.
En resumen, que para ser inclusivo has de tener en cuenta las necesidades de todos los grupos sociales vulnerables o de ninguno. De hecho, es preferible que seas un absoluto intransigente a que trates de mejorar el servicio de tu establecimiento ofreciendo una alternativa lingüística a las comunes.
Seguramente las lectoras avispadas se habrán percatado de que de esta conclusión se desprende una afirmación en torno al concepto de ser progresista:
«Es mejor ser intolerante e intransigente que tratar de ser progresista porque el progresista tiene que demostrar continuamente que lo es y siempre existirán nuevos grupos vulnerables, personas que estén peor o nuevas batallas que luchar. Sin embargo, el intolerante e intransigente no. Si ese mismo cliente fuera a un bar en el que no hubiera lenguaje inclusivo, seguramente estaría muy cómodo, es decir, que resulta más ofensivo el hecho de tratar de cambiar el status quo que no hacerlo».
A pesar de que quienes lo lean puedan estar de acuerdo, lo cierto es que solo es necesario ahondar un poco más para darse de bruces con la falacia:
- El lenguaje inclusivo alude a 7.000 millones de personas, no a colectivos vulnerables. Dentro de toda la población humana mundial existen otras necesidades, por supuesto, pero cubrir una no implica que se deban cumplir todas al mismo tiempo o que el hecho de no hacerlo invalide esa cobertura del lenguaje inclusivo.
- El argumento basa gran parte de su defensa en relacionar el lenguaje inclusivo con una ideología concreta y, más aún, con una postura política. Es decir, el lenguaje inclusivo en este texto deja de ser una cuestión social global que puede resultar positiva para el conjunto y que no tiene ningún impacto negativo en la sociedad con un determinado posicionamiento político.
Adicionalmente y de un modo más subjetivo:
- Si tienes un niño con asperger, dudo mucho que te apetezca llevarle a un restaurante o, en el caso en el que lo hagas seguramente ya habrás indagado acerca del lugar para que pueda resultar ideal ya que no solo se trata de que el niño pueda leer la carta -¿Un niño leyendo la carta?¿En serio?- sino que resulta mucho más relevante otra información del local como la música, que se trate de un entorno tranquilo o ruidoso o la iluminación (por cierto, son los niños con autismo -y no todos- quienes necesitan pictogramas porque «la gente autista» y el trastorno de espectro autista presentan notabilísimas diferencias).
- En cuanto a la carta en Braille y el lenguaje de signos presentan una argumentación fácilmente rebatible con otra falacia (son lenguas. Es decir, en ese hipotética restaurante, ¿Qué deberían? Hablar y tener cartas en todos los idiomas del planeta?). Obviamente no entraré en esto y, de hecho, me resultaron ideas muy interesantes que deberían implementar los restaurantes (aunque estoy convencida de que si así fuera, al supuesto cliente se le ocurrirían muchas más maneras de deslegitimar estos pasos hacia la equidad XD).
Nada nuevo bajo el sol pero, ¿Por qué le ofende tanto a este cliente como para mantenerse en un diálogo socrático en vez de pedir su comida sin más -ya sabemos que es un relato de ficción para ofrecer un punto de vista basado en una falacia argumentativa pero vamos a seguir un poco más-? ¿Acaso es tan grave que esa persona diga chiques?
Este debería ser el verdadero interrogante: ¿Por qué le molesta a alguien que otro alguien trate de utilizar lenguaje inclusivo-no olvidemos que somos 7.000.000.000 de habitantes incluidos a este respecto, es decir, el lenguaje inclusivo no se limita a un colectivo sino a toda la sociedad. De hecho, en Braille y en lenguaje de signos también utilizan su propio lenguaje inclusivo, por si alguien no lo sabía-?
Esta falacia lingüística se vale de una técnica política muy arcaica que se suele emplear para deslegitimar una acción legítima:
Voz a favor del avance: «Vamos a implementar un lenguaje inclusivo porque es un avance para la sociedad que no hace daño a nadie».
Voz de respuesta y contraataque: «Si tanto te interesa el lenguaje inclusivo, ¿Por qué no añades …X….X…X?
Y aquí es donde hallamos nuestro razonamiento incorrecto o falacia pero que tiene tan buenos resultados que es de uso común tanto en política como en los medios de comunicación -de hecho, se puede utilizar con mucho éxito incluso en las peleas de pareja-.
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La falacia del hombre de paja y su éxito en redes sociales
Con la falacia del hombre de paja hemos topado, una de las míticas falacias informales que hicieron las delicias de muchos de nosotros en bachillerato y en primero de carrera. No voy a entrar en la falacia en sí porque tienes toda la información en la wikipedia y en LOS LIBROS pero el storytelling al inicio de este artículo es una buena muestra de ese «crear la ilusión de haber refutado o derrotado completamente la proposición de un oponente, mediante el reemplazo encubierto de la misma por una proposición diferente, y la subsiguiente refutación de ese falso argumento en lugar de atender a la proposición de su oponente«. ¿No te suena?
Persona 1 afirma:
El lenguaje inclusivo logra más equidad en la sociedad.
Persona 2 contraargumenta:
¿Pero incluye el lenguaje braille?¿Y del lenguaje de signos? ¿Y…?
Persona 3 dice:
No.
Persona 4 responde:
Pues entonces no es lenguaje inclusivo.
Pero se equivoca porque el lenguaje inclusivo, también denominado no sexista, se define como: «lenguaje que evita prejuicios hacia un sexo o género en particular. Esto incluye sustantivos que no son específicos de género para referirse a roles o profesiones,1 formación de frases de manera coigual y discontinuación del uso de términos masculinos como genéricos».
Es decir, el storytelling lo que hace es tergiversar el término «lenguaje inclusivo» para luego emplear ejemplos que podrían resultar veraces si, lingüísticamente, «lenguaje inclusivo» no estuviera vinculado a una acepción concreta y acotada. Es, de hecho, una de las argumentaciones que más me irritan porque se vale de la literalidad para desmentir el significado de una expresión. Así, aunque «lenguaje inclusivo» se refiere únicamente a evitar prejuicios por razón de sexo o género -y, por tanto, se trata de un lenguaje muy positivo para el progreso humano-, quién argumenta falazmente lo equipara a un lenguaje que debe incluir todos los lenguajes y utiliza este detalle para invalidad todo el argumento al completo.
En definitiva, que tengas cuidado con las redes sociales…que las carga lo peor del ser humano. Y, como dirían DEF CON DOS , PIENSA Y QUE NO TE COJAN.
Diplomada en Trabajo Social. Máster en Marketing digital. Estudiando Química y Comunicación. Edito en Fuerte Letra. Ilusa profesional en NK Projects S.C. A veces escribo. Viajar son mis raíces. Un café y un libro, mi religión. El cine, esa otra vida de candilejas. Un teclado y un lienzo, mis catalizadores de traumas. Algún que otro día me echo a perder entre terraceo y conversaciones. No me gusta toda la música. Odio y creo en las personas en la misma medida. Inmortal hasta que se demuestre lo contrario.